Narrativa económica: El señor Noel (7º parte)

Partiendo de la 6º parte: El reparto de regalos (The  Possimpible).

La clasificación (la última verdad)

Sin embargo, Papa Noel se caracteriza por intentar realizar un reparto individual no uniforme, es decir, que no reparte por repartir. A las personas malas no les trae más que palitos y bastones de caramelo con los que azotarlos y a las personas buenas sus deseos más factibles. ¿A qué se debe esto? ¿Tiene Papa Noel algún derecho en juzgar a la gente?

Primero, debemos suponer que Papa Noel tiene muchos duendes infiltrados en nuestra sociedad, que han agradecido la proliferación de información a través de los sistemas informáticos. Los duendes pueden establecer un mapa social con la distribución clasista de las personas, y dársela al magnifico Papa Noel que dictaminara si determinado individuo ha sido bueno o malo.

Dado que Papa Noel no vive entre nosotros no tiene ninguna razón por la que castigar a nadie, es decir, el no puede sufrir perjuicio, y por tanto no tiene por qué querer reponer ningún tipo de maldad acontecida. Los diferentes regalos, teniendo en cuenta que indiferentemente siempre se obtiene algo, serían un incentivo, una mera forma de incentivar y guiar el buen comportamiento, como el burro que persigue la zanahoria.

¿Qué puede estar buscando Papa Noel al incentivar la bondad entre las personas, si su único propósito en el mundo es repartir regalos?

Pues nada más y nada menos que el mayor regalo de todos. La construcción de una sociedad buena en si misma, entera y completamente.

La bondad generalizada actúa como un bien público, de igual forma que la naturaleza, los propios comportamientos y valores sociales condicionan el progreso mismo y el bienestar personal de cada persona. Que todos sean buenos, es de hecho, bueno, un regalo, para la persona que recibe y ve esa bondad.

Papa Noel entendió muy bien el supuesto de que no hay que dar peces, sino enseñar a pescar, y es por tanto objetivo final y a largo plazo el conseguir que sea la sociedad misma quien se provea únicamente de fines con características positivas. Será entonces cuando Papa Noel desaparezca, y nos hagamos los regalos unos a otros, en muestra de nuestro mutuo amor. Pero quizás falte mucho para ello.

Narrativa económica: El señor Noel (6º parte)

Partiendo de la 5º parte: Sociedad.

El reparto de regalos (The  Possimpible)

Este es uno de los caminos más espinosos. Por un lado, la tradición afirma que es Papa Noel de hecho el que realiza el reparto de regalos, por medio de un trineo de renos que cargan con una bolsa cargada con todos los regalos.

Contando que tiene que entrar en cada casa, dejar los regalos, comerse la leche con galletas que la gente le deja en la repisa o en la mesa y salir, todo ello si es posible a través de la chimenea, y que lo hace en una sola noche, tenemos una serie de restricciones difícilmente explicables, conformando un misterio difícilmente explicable.

Primero, lucharemos contra el tiempo.

Partiendo de la base física de que no se puede ir más rápido que la luz, y que un hombre ni siquiera podría intentarlo, por la vía de la física o la velocidad pura no podemos llegar a ningún sitio. Es físicamente imposible que un solo hombre entre en cada casa. Es por tanto necesario, que existan varios y diversos hombres que entren en las casas repartiendo los regalos.

La única posibilidad de que sea aun así Papa Noel el que realice el acto, sea que lo coordine todo.

Ya sabemos que es el gerente de la fabrica, no hay que imaginar mucho más si lo queremos poner de director de tráfico noelistico. Esto puede parecer que le resta importancia al propio Papa Noel, pero ni distaría mucho de la verdad, pues la realización de la coordinación central de todos y cada uno de los miles y simultáneos Papa Noeles debe ser un trabajo arduo y difícil.

Son de hecho, los mismos que se ven en centros comerciales, calles y fiestas. Que se desplazan por la ciudad para descubrirla y alcanzar un conocimiento mínimo que les permita realizar la tarea. Son los mismos que se suben a las personas al regazo para preguntar qué es lo que quieren, para poder optimizar el trabajo el día en que le toque. La información es poder, y la diversificación también.

Eso haría posible también que una sola bolsa contenga los regalos, ya que sólo serian los regalos destinados a cada zona y por cada Papa Noel.

Ahora bien, los renos voladores deben aludirse a la cierta magia que deben poseer los elfos. Y el hecho de poder entrar en las casas debemos dejarlo de manos de un conocimientos bastísimo en el campo de la física quántica, de forma que se permita a gran escala comportamientos físicos imposibles para nuestro entendimiento, como es el atravesar paredes.

Narrativa económica: El señor Noel (5º parte)

Partiendo de la 4º parte: La fábrica de regalos.

Sociedad (Un recorrido por el polo norte)

En primer lugar, debemos entender que tipo de sociedad es aquella que nutre a una fabrica de los elementos necesarios para crear regalos que en el futuro serán expedidos hacia otras sociedades urbanas.

Por lógica, cualquier ser racional preferirá tener más a tener menos, y cualquier duende en un ser vivo racional, por lo que, la única opción para desechar las materias primas es que les sobran.

Una sociedad a la que le sobran las materias primas es una sociedad autosuficiente y con un bienestar alcanzable superior al posible.

En primer lugar, la viabilidad debe ser total, por lo que no será una sociedad dependiente de recursos no renovables o limitados como en los que nos basamos actualmente las sociedades industriales. Toda la energía utilizada debe provenir de procedimientos renovables y no perjudiciales a su medioambiente. Seguramente el sol, como estructura ajena al sistema planetaria que dota de energía al sistema, considerado abierto.

Los sistemas deben ser tecnológicamente muy avanzados para conseguir una recolección energética suficientemente holgada para los procedimientos económicos gracias al Sol. La revolución industrial debió ser muy anterior a la nuestra, y el momento en que consiguieron tornar la evolución mecanicista contranatural gracias a la propia tecnología, por lo menos unos cuantos años antes de la existencia de Papa Noel.

Pero en el principio de los tiempos, la sociedad no pudo ser muy diferente a nuestra, si excluimos obviamente la condición de duendes que sustentan sus individuos, y que nosotros somos más altos. Probablemente esta condición de pequeños enanos los condicionó de manera extrema a comenzar mucho antes a estudiar y aprender sobre la propia agricultura. Nosotros podíamos recoger frutos de los árboles cuando ellos, por más bípedos que fueran, debían contentarse con otros elementos.

Quizás ese comienzo inicial más temprano condicionó el hecho de que su evolución fuese mucho más temprana a la nuestra, pero debió seguir tendencias similares.

En algún punto, su agricultura dejó de ser autosuficiente y gracias al sol comenzarían a obtener excedente. Podían tener la mitad de duendes trabajando en los campos mientras la otra mitad (que se alimentaba de los alimentos de los primeros) proporcionaban otro tipo de bienes de tipo artesanal o manufacturero.

Tras muchos años, la evolución de estos artesanos desembocaría en una serie de inventos capaces de revolucionar la propia industrial, tales como la invención de algún tipo de maquina que les ayudara en sus procedimientos económicos (como aquí la maquina de vapor).

Ahora bien, para que la economía siguiera evolucionando necesitaban nutrirse de elementos comunes que mejoraran el desarrollo del conjunto del sistema económico. La sociedad estaría sustentada sobre algún tipo de mandato, ya sea una democracia o un dictador o autocracia, lo cierto es que, si seguimos la teoría de maximización del bienestar, los demócratas intentaran mantenerse en el poder para lo cual deberán mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la sociedad, y el dictador intentará maximizar sus ingresos despóticos de manera perpetua, por lo que no asfixiará el conjunto de la sociedad sino que intentará mejorarla para obtener mayores beneficios futuros. De todas formas, suponemos que con el paso de los años los vínculos formales e informales y el marco institucional hicieron que la democracia superinclusiva (aquella que integra incluso a las minorías) se hiciera efectiva.

Se creará cierto capital social o capital público, que mejoraran las relaciones de los propios duendes con el desarrollo económico y no olvidaran a la naturaleza.

Finalmente, alcanzarían un estado del bienestar donde la producción de los duendes, gracias a la revolución ecológica, fuera superior a la que ellos mismos necesitaran, y donde el estado les brindara, de forma medio centralizada, los bienes públicos necesarios para la correcta supervivencia mientras el mercado asignaba y orientaba los bienes entre los duendes según sus preferencias.

Sólo una situación idílica, donde no haya problemas, sería compatible con el hecho de desechar materiales de su propia sociedad. Ahora bien, existe un problema. Poco a poco tendrían que estar quedándose sin materiales. Ellos cogen sus materias primas, las convierten en regalos y las echan fuera del sistema. ¿Como es posible que siga habiendo materias primas?

Puede parecer curioso, pero ¿Es posible que tenga relación el hecho de que no se agoten las materias primas con la fecha en la que Papa Noel reparte los regalos? ¿Por qué decidió hacerlo el 24 de diciembre, y no el 4 de junio, donde estaría más calentito?

La respuesta está en el sol.

La única energía que viene de forma externa al planeta es el sol, y por tanto la única manera de “crear” materia es a partir de nueva energía, y esta sólo puede provenir del sol.

La noche más larga del año se encuentra en torno al 21 de diciembre, por lo que, para aprovechar el sol y la energía solar, que de alguna forma mágica se transformaría en materias primas con las que hacer os regalos, el proceso productivo parará únicamente el día en que menos energía podrían recoger, es decir, el día 21 de diciembre. Ya que, suponiendo que el sol otorga un tipo de energía no almacenable, es mejor desperdiciar un día de escasa producción a uno como en pleno julio donde los días serán más largos y la fabrica trabajará a toda maquina.

Así pues, el día 21 toda actividad productiva parará, los duendes realizaran el inventario y todo se organizará de forma total para que en los tres días siguientes Papa Noel y sus duendes ayudantes comiencen las preparaciones para el viaje y el reparto de regalos.

Narrativa económica: El señor Noel (4º parte)

Partiendo de la 3º parte: Papa Noel no está solo.

La fabrica de regalos

Así pues, una vez que el señor Noel tenga las cartas con los presentes que queremos, empezará a producirlos. Es algo ingenuo pensar que esperará hasta el momento en que se cree la demanda efectiva de regalos y, como cualquier otro empresario, Papa Noel comenzará la producción partiendo de demandas estimadas, análisis de mercados y otro tipo de estadísticas provistas por los duendes versados en la ciencia económica.

Esta demanda estimada podrá ser más o menos acertada, pero condicionará la producción que se realizará durante el año, ya que podemos suponer que el trabajo de los duendes no es gratuito, y no es bueno explotarlos de forma ilógica fabricando juguetes que irán directos al almacén por un exceso de producción.

La dirección no debe ser fácil, así que Papa Noel debe ser un hombre formado en la administración empresarial, un gerente nato, un gordinflón con cientos de años de experiencia en el mercado fabril.

Aunque no podemos pensar en todo este conjunto de acciones como una empresa aislada, sino como una compañía, ya que también debemos extender las funciones de la empresa a los acuerdos comerciales que se derivan de la publicidad o el propio reparto. Todo el servicio, desde la producción hasta el reparto es provisto por la misma compañía, sin subcontratar enanos duendes o humanos.

Esta compañía tendrá, como todas, a parte del director y jefe, el señor Noel, una junta de administración formada por duendes enanos que asesoraran y harán el trabajo organizativo que él mismo no puedo realizar.

Deberá tener estadísticas actualizadas de las demandas potenciales que pueden llegar en navidad por lo que tendrá espías duendes en las tiendas que informaran periódicamente de las ventas pormenorizadas derivadas de los cumpleaños. Y tendrá una serie de duendes enanos, la gran mayoría, que participaran y trabajaran directamente en la fabricación de los regalos.

Nada hace pensar que la fabrica funcione de manera diferente a una fabrica normal. Sólo que esta debería ser gigantesca para tener secciones especializadas para todos los regalos, un área de investigación en I+D (Porque es muy posible que muchos de los nuevos inventos provengan de los propios duendes, recordemos que tienen siglos de experiencia), áreas de descanso, etc.

La comunicación entre las secciones de fabricación y los departamentos estadísticos y de análisis económicos deben ser cruciales. Los materiales no pueden ser derrochados en regalos que luego nadie va a querer ni a pedir en sus cartas. Sin embargo las diferentes secciones entre si no deberían o no tiene porqué comunicarse entre sí. Es decir, pueden existir muchas fabricas y no sólo una, como método de especialización, siempre y cuando estén cohesionadas o comunicadas con una sede central dirigida por Papa Noel.

Aunque es muy importante el hecho de la movilidad intersectorial de los propios duendes. Los regalos navideños dependen en gran medida de las modas, y es muy posible que un año se necesiten una gran cantidad de duendes en una fabrica o sector en la que al año siguiente no se necesiten tantos. Estos duendes han de poder moverse y trabajar en otro tipos de regalos, y lo que es más importante, ajustarse a las nuevas tecnologías.

Para ello Papa Noel, o el conjunto de asesores-duende que él mantiene, deben  capitalizar la empresa con la última tecnología, de forma que la producción pueda, no sólo aumentar, sino ajustarse a los estándares de las nuevas demandas.

La forma en que los duendes utilicen estas maquinas estará, en mucho, limitado por la propia capacidad de los duendes, que deberán aprender a usarlas, obligándoles a realizar un esfuerzo agregado que muy pocas veces se vera trasladado al propio salario (si es que acaso reciben alguno). Pero supongo que la cantidad de bastoncillos de caramelo que podrán comer será mayor.

Pero lo importante de la fabricación no es en realidad, el proceso productivo, sino la forma en que pueden llegar a realizarlo. Recordemos que no obtienen ingresos, y que tampoco compran las materias primas en nuestra sociedad, o los habríamos visto haciéndolo (cientos de duendes se hacen notar), por lo que debe existir una sociedad secreta llena de duendes, que permita por si misma la sustentabilidad de la propia fabrica.

Narrativa económica: El señor Noel (3º parte)

Partiendo de la 2º parte: Los incentivos de Papa Noel II.

Papa Noel no está solo

Sin embargo hay que tener en cuenta que el señor Noel no está sólo en el mundo, y muchos otros hombres caritativos están dispuestos a proveer de regalos en fechas navideñas a las familias de medio mundo. En el caso español la competencia estaría formada sobre todo por los Reyes Magos, tres reyes venidos de oriente que desde tiempos inmemorables reparten regalos a lomos de sus camellos, y en menor medida, casos más específicos como el Olentzero en el País Vasco o el Tió de Nadal en Cataluña.

Existe por tanto una cierta competencia derivada de los propios agentes caritativos que intentaran maximizar el numero de personas que obtendrán un regalo de sus propias manos.

Hay familias que reciben regalos por varias partes, de igual forma que consumimos productos similares de diferentes marcas. De todas formas, cualquiera de ellos intentará ser el máximo “regalador” por unos incentivos que como hemos explicado antes no son claros.

Pero la ausencia de incentivos se hace todavía más notable y extraña cuando existe una cierta competencia. Ya no estamos en el caso de que el señor Noel tenga unos regalos que quiera dar caritativamente, sino que es él mismo el que quiere incrementar el número de regalos a dar, intentando, si pudiera, llegar a todos los seres vivos del planeta.

Este hecho contrasta por que ya no podemos hablar de un cierto excedente creado previamente el cual pueda regalar, sino que existe una producción dedicada exclusivamente al hecho del regalo, es un objetivo, es un propósito, es un mercado. No sólo no es algo residual, sino que toda la vida de Papa Noel, y por extensión la del resto de agentes caritativos, se basa en regalar.

Más tarde nos ocuparemos de cómo es posible que exista una fabrica así, dispuesta a incrementar hasta infinito los costes. Antes debemos centrarnos en los incentivos conjuntos de competencia, diferentes de la caridad individual.

Todas las navidades vemos a Papa Noel y los Reyes Magos aparecer en anuncios de televisión, tiendas, desfiles, carteles publicitarios, latas de refresco, muñecos y artículos decorativos, etc. Todo esto no es casualidad. Es la parte más vistosa del negocio de la navidad. Los intentos por parte de los agentes caritativos de atraer clientes.

Podemos suponer que estos agentes sólo pueden dar regalos cuando han recibido una carta por parte de los que quieren recibir sus presentes (lo cual nos haría pensar en la posibilidad de que el precio que estamos pagando por los regalos sea, en efecto, la propia carta que ellos reciben y guardan en sus aposentos secretos). Así que intentarán maximizar el número de cartas, que todo el mundo les escriba y les envía una nota con lo que ellos más quieren por navidad. Y la única forma de hacerlo es mediante la publicidad, claro. Una competencia directa por todos los ámbitos de la vida diaria.

Y digo yo, y todos los que reflexionen un poco en esto, ¿No sería mejor que se unieran todos los agentes caritativos para repartir los regalos?

Es decir, ¿No sería mejor monopolizar el mercado de los regalos?

Los costes fijos de poner en marcha todo esto se reducirían, menos publicidad, mejor comunicación, intercambio de potencialidades entre cada agente… Los beneficios serían máximos (si es que hubiera).

Antiguamente podíamos aludir a un hecho de contexto cultural. Los Reyes Magos son de oriente, Papa Noel del polo norte. Estos extremos geográficos mermarían la posibilidad de un entendimiento entre los camellos y los renos, pero hoy en día, con la globalización y la alianza de culturas todo eso está superado.

El hecho de que se mantenga un equilibrio en el mercado y en la competencia tiene que tener unas causas propias alejadas de la cultura, propias del sistema económico. La maximización del beneficio óptimo.

Todas las partes siguen en una lenta lucha por el dominio. Si se juntaran, llegarían al monopolio, pero deberían repartirse el crédito a partes iguales mientras lo que desean ambas partes es llegar a dominar el mercado por su cuenta y obtener todo el crédito que puedan conseguir.

Así pues, hemos concluido que existen varios agentes caritativos que competirán en cantidades (obviamente no pueden competir en precios, ya que no hay), intentando maximizar la cantidad de regalos que proveen a la sociedad mediante la publicidad que tiene por objetivo movilizar a la gente en el envío de cartas, con el objetivo de conseguir copar el mercado y ser los únicos que proveerán de la felicidad extra que obtenemos todas las navidades.

Narrativa económica: El señor Noel (2º parte)

Partiendo de la 1º parte: Los incentivos de Papa Noel.

Este hecho desconcierta porque atenta contra todos los argumentos económicos que esgriman los analistas de prestigio.

Aunque las opciones que permiten este hecho pueden ser varias, no es racional escudarse en ellas como única posibilidad.

Podría ser que Papa Noel fuera un primer economista frustrado que simplemente quiera, como acabo de decir, atentar contra la lógica económica (y sociológica), actuando de forma ilógica en un mundo que no está capacitado para entender (aunque lo intenta) todos los misterios de la vida.

Eso tiene cierto sentido humano, introduciendo el efecto “¡fastídiate, lógica imperante!”, tan comúnmente utilizado por todos los que nos llamamos seres humanos.

Está claro que Papa Noel no podría parar de proveer de estos bienes gratuitamente en ningún momento, ya que si algún año dejara de hacerlo, su pequeña critica social a lo establecido se iría al traste y quedaría como una mera anécdota, o una eventualidad económica que todos se encargarían de esconder bajo las alfombras. No. El quiere dar en el punto crucial. El quiere demostrar que otra forma de ser es posible. Y para ello debe demostrar que es rentable en el largo plazo. No sólo en el largo plazo, sino por toda la eternidad.

Una visión demasiado borrosa e irreal de la economía nos permitiría intentar encontrar una especie de sentido antieconómico parecido al de la propia existencia de la antimateria en física. Quizás el señor Noel, y todos estos hombres caritativos vivan en una realidad alternativa donde los costes sean de hecho ingresos.

Pero no hay que irnos tan lejos para buscar una explicación factible a este hecho. Sólo hay que imaginar que todos los regalos producidos por Papa Noel son los residuos de su propio sistema económico. Imaginen que nosotros tuviéramos acceso a otro mundo donde para sus habitantes, los residuos nucleares fueran valiosos bienes que nosotros podríamos regalar.

Otra opción viable sería la caridad. Esta opción ya existe hoy en día en nuestra sociedad. Existen cientos de personas que trabajan desinteresadamente (aunque esto es debatible) para intentar ayudar a los necesitados. Quizás Papa Noel sea un jubilado aburrido que necesita hacer algo más que ver las obras todas las mañanas, y prefiera organizar una fabrica llena de duendes enanos con los que, con su esfuerzo, pueda proveer a la gente que, según él, necesita regalos.

Como explicaré más detalladamente después, esto no es posible si no hay toda una sociedad (o minisociedad) detrás que ampare al que da la caridad, ya que hay dos modos de darla. Vía monetaria o vía trabajo.

La caridad vía trabajo vendría representada por todos aquellos que trabajan en pos de dar directamente un servicio a aquellos necesitados.

La caridad vía monetaria es aquella representada por aquellos que utilizan su dinero (conseguido por el esfuerzo dentro de su propio sistema económico) para conseguir algo (bien o servicio) y otorgarlo desinteresadamente a los que lo necesitan.

Este es el caso de Papa Noel, ya que este no está junto a nosotros ayudándonos a trabajar para ganar de más el dinero necesario para poder comprar los regalos que luego obtendremos. Es él, trabajando en su lugar perdido, el que crea los bienes y servicios (gracias a una mini-sociedad ya establecida, casi con toda seguridad por enanos-duende) para donarlos luego.

Esto significa por tanto que existe esa sociedad secreta, que permanece por encima de nosotros.

Esta opción nos trae otra posibilidad algo más perversa, y con la que voy a dejar de hacer cavilaciones. Podría ser que Papa Noel sea una especie de preso (o todo un conjunto de ellos) que para cumplir su pena se dedican (por orden del juez) a fabricar regalos y darlos caritativamente.

Por el bien de la cultura popular y para dejar bien parado a Papa Noel, seguiré el análisis partiendo del segundo punto, es decir, que sus acciones son desinteresadas por simple caridad.

Narrativa económica: El señor Noel (1º parte)

Introducción

Papa Noel está ahora mismo en algún lugar de la existencia paseándose con un caramelo de azúcar y canturreando algún villancico mientras se preocupa de la economía mundial.

No sé muy bien que es lo que le pasa a este hombre, ni cual es la motivación secreta, que le induce a hacer lo que hace, lo único que puedo entender, y utilizar como base de toda la argumentación, es el hecho de que todas las navidades cientos de personas encuentran regalos bajo el árbol de navidad, traídos por el viejo señor Noel.

Así pues, creo que es de interés popular intentar entender como es el funcionamiento del sistema económico que permite al señor Noel realizar todo este tinglado.

Incentivos. (O qué motiva a Papa Noel)

En cada teoría económica que encuentres, el papel de los incentivos es crucial para que la matemática o el desarrollo que ahí se despliega tenga algún sentido y coherencia desde el punto de vista operativo. Es decir, la gente trabaja para cobrar, y cobra para comprar, y compra para obtener algo, y lo obtiene porque lo quiere, y lo quiere porque le aporta algo, un bienestar.

Este es el sentido “egoísta” fundamental que Adam Smith (y ya otros antes) le daban al ser humano como clave para el funcionamiento de la economía, y generalmente se trata de estudiar como estos (y muchos otros incentivos de la misma categoría) modifican o determinan nuestro comportamiento económico en la sociedad.

La mezcla entre nuestros intereses y los del resto, unido al trabajo que tenemos que realizar como sociedad (e individuo) para obtener los bienes que queremos, determinan, en el mercado, los precios a los que intercambiamos los bienes.

Todo bien tiene un precio porque todo bien ha sido producido por alguien (o recolectado, o creado), que espera tener una recompensa, por parte de alguien que quiera el bien producido, con la que poder conseguir los bienes que el mismo quiere conseguir.

En el caso de que alguien quiera lo que el mismo puede producir, entonces hablamos de autoconsumo, y si fuera general, el mercado no tendría por qué existir. Esto es algo básico en las economías agrarias del pasado, donde el mercado existía, pero en cantidad mucho (pero mucho) menor que en la actualidad.

En la actualidad hay infinidad de bienes, y para cada uno se necesitan varios trabajos especializados, por lo que nadie puede producir para si mismo, es decir, todos tienen que intercambiar lo que hacen por lo que verdaderamente quieren, y así nacen los precios.

Caso a parte es la existencia de Papa Noel, que a todas luces no tiene incentivo ninguno (económico) para hacer lo que hace, ya que las familias que reciben sus regalos no pagan ningún precio y por tanto, él no recibe nada. Papa Noel, hasta donde sabemos, trabaja desinteresadamente para proveer de un bien específico (o una cesta de ellos) a los niños de una determinada zona del mundo.