En busca de un liberalismo económico más social.
marzo 28, 2010 Deja un comentario
A la hora de contrastar teorías económicas, basadas en la racionalización del comportamiento humano, simplificado como si de maquinas operísticas nos tratásemos, el liberalismo económico es lo mejor.
Quiero decir que, independientemente de los ideales políticos que uno tenga, la eliminación de rigideces en los mercados y una competencia basada en la igualdad entre participantes da, a través del egoísmo personal, o la búsqueda de la felicidad particular (que queda mejor), el optimo social a niveles generales.
Ahora bien, ¿Cómo podemos realmente tener algo así?
En los modelos se hace participe al ser humano, como tal, del entramado económico como si fuera un agente con el mismo poder de mercado que las empresas o las industrias.
Dando una clase de economía industrial se te va gran parte del velo “perfeccionista” que se tiene de la economía.
Los que somos menos liberales o, al menos, menos de lo que en general se suele aceptar como un liberal de pura cepa, lo hacemos por que creemos que el ser humano tiene una serie de rigideces intrínsecas a su propia condición que le obliga a seguir caminos que no pueden simplificarse de forma universal.
Está claro que, en otros tiempo con mayor razón, si alguien tiene un problema lo debe tener más crudo que otros. Seamos sinceros, la vida es dura y todo eso, y hay quien puede pensar que no podemos crear redes que impidan el hecho de que se produzcan problemas particulares. La perdida de eficiencia que se obtiene al buscar una cierta equidad es demasiado importante.
Pero hoy en día tenemos la capacidad de crear esas redes, y podemos, de verdad que podemos, dejar un poco de lado la eficiencia en el crecimiento económico para tender la mano al prójimo. Podemos ser un poco más sociales.
Pero he dicho que podemos, no que debamos. ¿Cuál podía ser la explicación económica que tire hacía una economía más centrada y social? Las rigideces de las que hablaba antes.
En primer lugar el mercado de trabajo. No podemos pensar que el mercado de trabajo puede ser como un mercado cualquiera. Por que las personas, por lo general, tiene la necesidad imperante de comer, y de atender a una familia. No hay un bien sustitutivo del trabajo, por así decirlo.
Esto es economía pura, claro. Pero no podemos crear teorías liberales y de competencia perfecta en un mercado donde la gente, si no tuviera más remedio, trabajaría por lo que le dieran.
En términos económicos: El poder de mercado, medido a través de la elasticidad de la demanda (de trabajo) que es muy pequeña, es muy grande. (la relación es proporcionalmente indirecta)
La gente necesita el salario para vivir. No es como un mercado de patatas donde en el óptimo no importa si alguien no participa porqué podrá ir a otro más barato.
Esto no quiere decir que haya que dar un salario igual para todos, lo cual sería absurdo. Sólo hay que seguir el hilo del problema.
¿Para que queremos o necesitamos, por necesidad intrínseca al ser humano más natural, el salario? ¿Por qué es la elasticidad tan pequeña?
Por que tenemos que alimentarnos para sobrevivir. Sufrimos imprevistos sanitarios. Y tenemos que permanecer en un nivel mínimo de igualdad con el resto de la sociedad.
Lo que busca una economía más socialista, más central, es la resolución de estos problemas, a través de una provisión de sanidad y educación pública, un salario mínimo que permita vivir en condiciones generalmente aceptables, y todo un respaldo económico que nos permita vivir con cierta seguridad económica.
Además, una vez que tenemos eso cubierto, los mercados se vuelven mucho más flexibles, más competitivos, y por tanto, más liberalizados.
Una persona puede participar en el mercado al igual que una empresa, sin miedo a morir en el intento. Los riesgos empresariales no son cubiertos claro, ese riesgo recae sobre el interesado, pero el único riesgo que tiene es el de perder aquello que no le es indispensable para seguir viviendo, y por tanto, es más dado a seguir una racionalización matemática y económica, que permitía la consecución del objetivo máximo del bienestar social, que es el de llegar a la plena competencia.
Obviamente no voy a decir que más socialismo implica más libertad, eso es una estupidez. Pero quiero hacer ver que, como siempre, en el punto medio está la virtud. Y que, no podemos ser verdaderamente libres cuando de una decisión inmediata (si o no, a casi cualquier condición), se determina si vives o mueres. Pues no existe competencia con la vida. Al final todos perdemos.