3º punto de la realidad social: Vivimos en sociedad.


Nuestra propia cultura, así como la de una gran cantidad de animales, es la de vivir y convivir en grupos, en nuestro caso sociedades.

Esto no solo tiene importantes consecuencias y causas de tipo sociológico, como la necesidad de afecto y contacto humano, sino que también tiene consecuencias económicas. Un ser humano puede vivir aislado, pero la vida que puede llegar a llevar no tiene nada que ver con la que llevaría viviendo en sociedad.

El hecho de que todos seamos diferentes nos hace, nos obliga, a realizar diferentes trabajos. Antiguamente existían diferencias más concisas y enormes, pero también en menor cantidad. O eras agricultor, o eras artesano, o noble, o Rey (quizás lo estoy simplificando mucho, pero es más o menos así). Hoy en día, las diferencias en el estilo de vida son menores (para el bien de la mayoría), sin embargo las diferencias en la “producción” y actuación económica que realizamos si que son mucho mayores (hay cientos de trabajos).

La sociedad, hoy en día, nos permite especializarnos gracias a nuestras diferencias como personas, y que cada uno destaque y desempeñe la función para la que mejor es dotado.

Vivir en sociedad es convivir en sociedad, y si bien tiene sus pros, también tiene sus contras.

Como cualquier sistema, existen fallos, resquicios, injusticia imparcial y neutral que afecta a diversas personas sin que podamos hacer nada. La buena suerte es aprovechable por lo que están predispuestos, pero la mala suerte es, innegablemente, una putada.

Así, no podemos negar que existen problemas en nuestra sociedad que derivan de la vida en sociedad (no es culpa de la sociedad, simplemente son problemas que surgen en la sociedad), y nos tenemos que hacer cargo de ello.

El grado de “injusticia” o “mala suerte” que queramos ver en la sociedad varía, y es en gran parte uno de las diferentes formas de política. Hay quien cree que los que son más pobres lo son por que han trabajado menos en su vida, y hay quien cree que lo son por mala suerte (o por el propio sistema).

No podemos decir que todos sean de un palo u otro, y por ello, nadie niega que deban existir diversas ayudas económicas y una cierta redistribución de la riqueza en la sociedad, pero el grado que esta debe alcanzar es uno de los mayores debates, sino el mayor, que la economía tiene en la política.

El liberalismo desacerbado y el comunismo son los extremos de una larga historia que nunca terminara, en la que nadie tiene la verdadera razón.

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